sábado, julio 14, 2007

Milagro de medianoche

Cansada
soñás despierta, mientras
el cielo anuncia la lluvia
que pretende desmemoriar
tu desvelo
Rendida, exhausta
soñás colores que nunca vimos
tragás el aire que me abandona
exhalás flores que se vuelan,
cual barriletes, al infinito
a la tierra de los verdes azules
de los barcos gastados
de los pasos que se pierden y
se encuentran en cada vuelta del camino.
Te miro, cansada
exhausta, rendida,
perdida en el espacio, en el aura
que develan tus bostezos,
y no quiero que me extrañes
que me esperes nunca
sino que te quedes así
buscando el deseo de un beso
dormido entre las hojas
entre el néctar sigiloso del olvido
sin mirarme siquiera
sin pensarme quizás
acaso presintiendo mis manos
desiertas de banderas
de cosas que a vos te urgen
y me pedís sólo con los ojos
quedate así, despierta
desierta
con todas las venas
con todos los planetas
con el mundo girando entre
tus pies.

miércoles, marzo 28, 2007

Un tal Rodolfo



"...En este clima, comprenderás que las únicas cosas sobre las que uno podría o desearía escribir, son aquellas que precisamente no puede escribir, ni mencionar; los únicos héroes posibles, los revolucionarios, necesitan del silencio... el resultado de los mejores esfuerzos intelectuales se quema diariamente, y al día siguiente se reconstruye y se vuelve a quemar..."

Por el ejemplo, por la coherencia y por la memoria.
Por leerte cada mañana en el escritorio.
Por marcar el sendero.
No te olvidamos.
Ni perdonamos.

Y gracias...

miércoles, febrero 28, 2007

Hoy llegó la muerte

Hoy llegó la muerte. Por primera vez, como tantas cosas que llegan, y se quedan, acurrucadas, en el umbral del deseo, acechantes, anhelantes.
Llegó con el miedo, y un dulce sabor en la boca, con un cigarro consumiéndose, y con el miedo, y los talveces y los quizáces, con la noche, como casi siempre, o como casi nunca, hasta hoy.
Un vago recuerdo, como de fluir de aguas, y el aroma de la muerte, de morir en mí, o en vos, qué más da.
La rechacé suavemente, desconvencido, y se acurrucó acá, a mi lado, apoyó una mano en mi vientre, y se durmió. Me dejó escribiendo, sintiendo su latir tenue y alocado, su promesa desgarrada de liberación, un halo como de luces que se desdibujan en el río, se pierden con la marea, en el próximo recodo, en la próxima estación.
Se durmió sonriente, esperando el día, o la próxima noche, o el próximo domingo, o abril, o septiembre. O mañana. O nunca. O siempre. O tal vez. O quizás. O tan poco, y tan demasiado.

lunes, febrero 19, 2007

dos y cuarenta

Te quiero mujer. Pero no porque sos vos. O a pesar de eso. Te quiero porque sos todas, o todas son vos. O mejor aun. Porque podrías ser cualquiera, o cualquiera podría ser vos.

Porque querer, que es amar al fin, o una variación del mismo es, al fin y al cabo, buscar en una mujer, lo que tienen todas juntas, y lo que no tiene ninguna.
Entonces mujer, no te gastes en rechazarme, porque lo que encuentro en vos, mañana encontraré en otra. Probablemente, crea que es eterno, durante algunos instantes, y luego tal vez te recuerde, o espere a la próxima que vendrá. Que quizás sea la misma. Que se fue, o que vino.
Porque tu nombre, que es el NOMBRE. Podría ser cualquier nombre, cualquier rostro, cualquier palabra, cualquier sueño. Un sueño, o miles de ellos.
Así que no me des tu amor. Si total me lo vas a dar igual. O a fingir que si. Y fingiremos juntos. Que total, ya se está en el baile. Y además de eso se trata. De creer las mentiras que nos decimos. Aunque sean sinceras. Aunque parezcan verdades, o aunque parezcan mentiras.
Dame la mano, que te daré la mía. Al menos por esta noche, mañana es otro cantar. Y estarás o no, o estaré o no. Da lo mismo, si el instante es el acceso a la eternidad. Que se acaba con la primera aurora. O con la última.
Entonces te quiero mujer. Pero sólo esta noche. Y cuando te jure amor eterno, no me creas, porque yo sí lo voy a hacer.

Y cuando me susurres al oído, sabé que voy a creerte. Pero sólo por algunas horas.
Que mañana será otro cantar.

viernes, febrero 09, 2007

Vigilia

Hambre voraz
viaje imprescindible
hacia tu nada
centrífuga certeza que me asola
que me llama hacia tu abismo,
a perderme entre tus pliegues
de ángel, de cancerbero
de las puertas de un infierno
que visito cada noche
entre tus sábanas, en la vigilia
de esta ciénaga dolorida.

Colores que entreveo en el ocaso,
momentos antes de que tu mano
golpee con furia mi ventana,
susurrándome despacio
caricias que encierran besos,
que agolpan versos doloridos,
cientos de sueños agotados,
años carcomidos por la duda
de buscarte en la penumbra,
a tientas con mis labios
anhelantes de tu risa,
de tu espacio irremontable
de tu estela, de tu cielo.


jueves, febrero 01, 2007

Gordo...




Gordo...
te nos fuiste tan pronto
54 caídas de hojas secas nomás
tantas palabras regaladas
y tantísimas que quedaron truncas
y yo que podría haber llegado a conocerte
nos sacaron ese gusto
hay tanta mala leche que vive y dura
y vos te nos fuiste al mediodía
cuando estaba el sol ahí bien alto
sol que ya empezaba a quemar
cuánto nos habremos perdido
por no cargar tu grandeza
un poco más
por lo menos hasta que los buenos
sonrían algún día
y no haya manos frías
ni panzas con ruido
ni banderas por el suelo
que es como decir
quizás nunca
pero mierda que vale
el intento y todo eso.
Así que gracias
por tantas tardes de risas
y de son-risas
de mate amargo y gambeta
de sueños bienparidos.
Dicen que no te fuiste
prefiero creerles
no porque sepan más
sino porque me guardo
una sonrisa más
para la próxima ronda
la próxima fiebre
la última estrella
que seguramente me hará
menos triste
menos solitario
menos final.


diez años sin vos
parecen demasiados...

Y sí gordo querido
porque algún día
-soñamos-
no habrá más penas ni olvido

viernes, enero 26, 2007

Muelle



















Barcos gastados,
muelles derruidos,
estela de atardeceres
por las piedras de Cienfuegos,
aquí se respira un aire
tan fresco que ahoga,
se siente en el pecho la brisa
los retazos rojos de mi cielo,
las nubes negras amenazan
tormentas de cien millones,
corazas que estallan en jirones
en brasas refulgentes
en palabras
que vuelan a lo hondo.

Un grito fuerte aquí abajo
que me anuda las tripas
desde adentro;
un libro de Julio que susurra
esas cosas que sólo se dicen
de a poco y en silencios;
un gitanes que se consume
en mi boca que te extraña
de a montones.
esta pluma que dibuja sinsentidos
frases que no debieran escribirse
en jamases de años, de siglos,
que debieran perderse para siempre,
nunca llegar hasta tus ojos,
para mantenerte viva
en mi recuerdo, en esta tarde
que estuviste aquí sentada
a mi lado
entre mis sienes.

un muelle de Cienfuegos, Cuba
alguna tarde de enero