miércoles, mayo 31, 2006

Fotos en Movimiento (Historias Mínimas I)



Él vende diarios en Paraná, casi a 1 cuadra de Panamericana. Como todo canillita, espera a que corte el semáforo, baja a la calle y grita con fuerza su pregón.
Hoy estaba allí parado, como todas las mañanas, con su gorra desgastada, su camperita deportiva, y el buen humor cotidiano, ese que vence al frío y a la lluvia. Hoy pasó Ella, con su canastita y su andar presuroso. Ella lo miró, y lo saludó y él cortesmente la miró, y le devolvió el saludo. Él le preguntó qué vendía, qué es lo que llevaba en la canasta, y ella abriendo la boca grande y sonriendo, le dijo, simplemente, “pastelitos”. El se sonrió también, un poco por nervios y un poco para devolver el gesto. Y entonces, súbitamente, al corte del semáforo, cambió su pregón habitual, y gritó a voz en cuello “¡Pastelitos, pastelitos!”.
Ella bajó la mirada, meneando la cabeza, pero con una risita ahogada entre los dientes. Y lo volvió a mirar. Se dijeron algo por lo bajo, que no alcancé a escuchar, porque apuré el paso. Se me hacía tarde.
Seguí caminando, y sin volver la vista atrás, me descubrí sonriendo.
Seguramente ella se despidió, con la excusa de continuar con el quehacer de cada día, de golpear puerta por puerta, y entrar gentilmente en los negocios para ofrecer sus productos. Y él, la saludó nuevamente, y continuó con lo suyo, entre Clarines y Naciones.
Seguro que mientras se aleja, ella sigue sonriendo.
Él piensa que quizás mañana, si la vuelve a encontrar, le compre un pastelito.

sábado, mayo 13, 2006

Cusco




















Ciudad milenaria
cuatro caminos
miles de luces
lluvia
estaqueada en el tiempo.

Calles de piedra
sombras danzantes
pasos que se pierden
doblan en redondo, y
vuelven a encontrarse.

Cielo de domingo
sueño repetido
manto de olvido
Plaza de Armas, Procuradores
vuelta en la esquina y subo

Pasos
cada paso es un jadeo
cada jadeo se pierde entre
las piedras. Subo.
Y tiemblo. Voces que
resuenan, el viento
que arrecia.

tiempo detenido, cinco
siglos , medio continente
partido, perdido
dormido.

Sangra, late, truena
redobles de tambor
plumas al aire.

El río fluye, cansado
sediento
y espera…

La tierra duerme,
y espera…

El condor pasa,
y espera…

Las voces murmuran
silenciosas
dolientes
y esperan...

las voces que aun
no han sido acalladas.

martes, mayo 09, 2006

Inventario Uno

Tengo más de dos décadas
de febreros sin gente, sin mar y sin arena;
una tonelada de emociones,
rayando a flor de piel y una vista
que se pierde al horizonte.

Muchas madrugadas
en el muelle 104 del Espera,
mateando entre sirenas,
un cigarrillo, un cielo azulado,
y un silencio forzado, a prueba de balas.

Tengo un océano de dudas,
buscando más preguntas que respuestas,
una tercera desafinada, y una canción
queriendo romper en la garganta,
que casi siempre queda trunca
y amanece disfónica de mañana.

Una biblioteca, tan grande y tan pequeña,
una foto en un taller de Santos Lugares,
un cuento de Cortázar, que todavía
me resuena en la cabeza, y una bruja
que una vez osó mostrarme el (un) camino,
y se quedó mirando de reojo, para
apuntalarme de vez en cuando, y por qué no,
tirarme unas piedritas,
para sobresaltarme el andar.

Tengo algunos amigos, tan sinvergüenzas,
tan buscadores de piedras filosofales,
como los de Juanito;
y una mujer, que a fuerza de ausencias,
se roba mis noches en vela
y me saca el aliento cada día.

Tengo un sueño de Giraluna,
tan solo y tan terco, resistiendo
entre un mar de girasoles;
un puñado de letras adolescentes,
un atardecer en el Salar de Uyuni,
y los versos de Neruda, subiendo
a nacer conmigo, en la cima
más cima de América.

Tengo una bitácora de vuelo,
plagada de lugares comunes,
muchas líneas garabateadas,
a base de plagios honrosos,
y un nudo en la lengua,
a la hora de decir lo que digo
a duras penas y arrastrando
las palabras casi siempre tan
poco apropiadas para la ocasión.

Tengo una foto en mi mesa,
con la cara del ángel de mi guarda,
que voló un 9 del cuatro
hace ya tantos otoños,
y cada tanto aletea en mi oído.

Tengo un cigarrito en la boca,
casi siempre a medio terminar,
un perro de ojos celestes y un recuerdo
de dos ratoncitos con nombres de Beatles.

Un dejo de “olvido siempre gris”,
con el ceño fruncido,
Un tango en el pecho, una tarde en una plaza de Constitución, un sueño, o varios, una cara, un diablo del carnaval, una bandera, una remera bajo tierra, un “adonde van” furioso, una calle ancha de Estación Mazán, un balcón a contrafrente, un as de picas en la billetera, un árbol de kinotos en el fondo de una casa, mi viejo contando un cuento que nunca terminó, media frase siempre de más, una tos altisonante, una zamba cautiva, una(s) cuenta(s) pendiente(s), una ausencia de buenos modales, la curiosidad que no mata todavía, sino que deja vivir.

Un matete de boas abiertas y boas cerradas, la certeza de que me equivoco. Pero resistiendo por el otherness.

Un desatino. Mejor, muchos.

Un miedo padre al fracaso, una luz allá adelante, te busco a tientas.

Un final abrupto. Todavía queda tanto por inventar(iar).

domingo, mayo 07, 2006

Misiva urgente para derribar fronteras

Amiga,
Por qué caminos andarás, en qué extraño arenal habrá quedado tu sueño enterrado, por dónde irá tu sonrisa extraviada, soñando con qué mundos mejores, estrechando qué manos amigas, mirando qué estrellas, rumbeando qué rumbos.
Tanto hace ya, que te vi una última vez, que me parece tan poco y tan mucho, todo este tiempo que pasó. Pienso en vos, muy a menudo, me sonrío si te pienso feliz, y me entristezco si te pienso triste. Me imagino un abrazo de reencuentro, ese que no nos pudimos dar de despedida. Seguramente un mate, un cigarrillo, una canción. Una palabra de aliento, miles de horas junto al fogón, contándonos historias, soñando de vuelta juntos, todo lo que ya soñamos por separado.
Te imagino en este momento, sonriendo frente a la pantalla, pensando qué lindo sería, volar por unos instantes, de vuelta al terruño amado, para estrechar en un interminable lazo de breves segundos, a los seres queridos que te esperan más acá de las fronteras.
Y si de fronteras hablamos, vos y yo sabemos, amiga, que las hacemos y las deshacemos nosotros, a nuestro antojo, a nuestra voluntad. Que una frontera es un capricho, tal vez ajeno, pero que además de separar, puede unir. Sabemos que la diferencia está en nuestras manos. Como tantas cosas que no elegimos, que nos impusieron desde arriba, y que nos hacen creer que no pueden ser de otra manera, vos y yo sabemos, porque yo se que vos sabés, y viceversa, que tenemos el derecho, o sea que también el deber, de gritarles que no, y de hacer, de ese lugar que nos vendan como frontera, nuestro propio lugar de encuentro. Como la piel, como la mano, como la boca, que son el límite de nuestro cuerpo, pueden fundirse en un abrazo, en un apretón de manos, en un beso.
Y qué joder! Que los límites los pongamos nosotros, para decidir con quien ir y con quien no. Poder decir, “hasta acá llegué”, no para dejar de caminar, sino para mirar el mapa, y cambiar de rumbo. Y si no existiera un mapa, tanto mejor.
Amiga querida, confieso que te extraño. Que te quiero demasiado, no requiere de confesión alguna, porque ya lo dije tantas veces, que una vez más, suena a eso que se dice pa' no perder la costumbre. Y sin embargo no, porque nunca está de más.
Si de contar se tratase, podría contarte que aquí ando, como casi siempre, buscando el camino a seguir, sin dejar de soñar un minuto, sin dejar de intentar, sin dejar de querer, sin dejar de llorar. Sin dejar de ser.
Buenos Aires está como siempre, quizás un poco más triste. Sigue vestida de gris de ausencia, más ahora que el otoño está pisando fuerte, y el frío comienza a sentirse. Pero no te creas todo lo que dicen por ahí, también se respira esperanza, a cada paso, y en cada esquina. La gente se encuentra, a veces sale el sol, y todavía quedan calles empedradas. Gardel canta cada día mejor, y dicen por ahí que el Polaco no murió.
Espero saber de vos, saberte bien, saberte contenta, saberte cerca, más allá de la distancia, saberte más grande, saberte más sabia. O quizás, simplemente saberte…
Me despido amiga, tratando de decirte lo mismo, de manera diferente. Espero verte pronto, más acá o más allá de la zona de encuentro.
No dejes de buscar, no dejes de soñar, que yo te espero a la vuelta, o en cualquier recodo del camino.