domingo, mayo 07, 2006

Misiva urgente para derribar fronteras

Amiga,
Por qué caminos andarás, en qué extraño arenal habrá quedado tu sueño enterrado, por dónde irá tu sonrisa extraviada, soñando con qué mundos mejores, estrechando qué manos amigas, mirando qué estrellas, rumbeando qué rumbos.
Tanto hace ya, que te vi una última vez, que me parece tan poco y tan mucho, todo este tiempo que pasó. Pienso en vos, muy a menudo, me sonrío si te pienso feliz, y me entristezco si te pienso triste. Me imagino un abrazo de reencuentro, ese que no nos pudimos dar de despedida. Seguramente un mate, un cigarrillo, una canción. Una palabra de aliento, miles de horas junto al fogón, contándonos historias, soñando de vuelta juntos, todo lo que ya soñamos por separado.
Te imagino en este momento, sonriendo frente a la pantalla, pensando qué lindo sería, volar por unos instantes, de vuelta al terruño amado, para estrechar en un interminable lazo de breves segundos, a los seres queridos que te esperan más acá de las fronteras.
Y si de fronteras hablamos, vos y yo sabemos, amiga, que las hacemos y las deshacemos nosotros, a nuestro antojo, a nuestra voluntad. Que una frontera es un capricho, tal vez ajeno, pero que además de separar, puede unir. Sabemos que la diferencia está en nuestras manos. Como tantas cosas que no elegimos, que nos impusieron desde arriba, y que nos hacen creer que no pueden ser de otra manera, vos y yo sabemos, porque yo se que vos sabés, y viceversa, que tenemos el derecho, o sea que también el deber, de gritarles que no, y de hacer, de ese lugar que nos vendan como frontera, nuestro propio lugar de encuentro. Como la piel, como la mano, como la boca, que son el límite de nuestro cuerpo, pueden fundirse en un abrazo, en un apretón de manos, en un beso.
Y qué joder! Que los límites los pongamos nosotros, para decidir con quien ir y con quien no. Poder decir, “hasta acá llegué”, no para dejar de caminar, sino para mirar el mapa, y cambiar de rumbo. Y si no existiera un mapa, tanto mejor.
Amiga querida, confieso que te extraño. Que te quiero demasiado, no requiere de confesión alguna, porque ya lo dije tantas veces, que una vez más, suena a eso que se dice pa' no perder la costumbre. Y sin embargo no, porque nunca está de más.
Si de contar se tratase, podría contarte que aquí ando, como casi siempre, buscando el camino a seguir, sin dejar de soñar un minuto, sin dejar de intentar, sin dejar de querer, sin dejar de llorar. Sin dejar de ser.
Buenos Aires está como siempre, quizás un poco más triste. Sigue vestida de gris de ausencia, más ahora que el otoño está pisando fuerte, y el frío comienza a sentirse. Pero no te creas todo lo que dicen por ahí, también se respira esperanza, a cada paso, y en cada esquina. La gente se encuentra, a veces sale el sol, y todavía quedan calles empedradas. Gardel canta cada día mejor, y dicen por ahí que el Polaco no murió.
Espero saber de vos, saberte bien, saberte contenta, saberte cerca, más allá de la distancia, saberte más grande, saberte más sabia. O quizás, simplemente saberte…
Me despido amiga, tratando de decirte lo mismo, de manera diferente. Espero verte pronto, más acá o más allá de la zona de encuentro.
No dejes de buscar, no dejes de soñar, que yo te espero a la vuelta, o en cualquier recodo del camino.

5 comentarios:

yo, tu, ella, nosotras, vosotras, ellas dijo...

Me gusto, mucho. Nada mas eso.
Me gusto el anterior también, pero no dije nada, asique ahora lo digo.
Saludos

Anónimo dijo...

"Dicen que la distancia es el olvido, pero yo no concibo esa razón..." dice algún bolero viejo que escuché alguna vez. Jamás imaginé que alguna vez habría de citarlo, tecleando unas líneas desde algún rincón de la ciudad de Quito, y secándome alguna lágrima escurridiza que corre el riesgo de mojar el teclado de la máquina ajena.
Sin embargo no puedo más que citarlo y sentir esas palabras como si fueran mías.
He tenido la dicha de poder pisar distintos granos de tierra latinoamericana en los últimos cuatro meses: Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador...
Han germinado en mi viaje las semillas de la alegría y el dolor, después de haber caminado tanto camino cuesta arriba y cuesta abajo.
Tengo el orgullo de sentir mi sangre latina corriendo por mis venas con más fuerza y sentimiento que nunca.
Siento en el alma la responsabilidad urgente de volver al suelo que me vio nacer para volver a construir, para empezar a crear, para poder ser un engranaje más que ponga en marcha el motor del cambio.
Tengo el privilegio de ser esa amiga a quien Gonzalo dedicó estas líneas.
Te quiero, nene. Muchísimo.
Viva la revolución.
Laura.

Anónimo dijo...

Llegue aca por Lau, yo la conocí en Bolivia e hicimos casi un mes juntas de viaje. Me gustó mucho lo que le escribiste. No me equivoco al pensar que te gustan Serrat e Ismael Serrano no? Hay mucha (buena) influencia de ambos en tu escrito.

Anónimo dijo...

Gon, que lindo lo que le escribiste a Laucha hasta yo me emocione asi que no me quiero imaginar ella.

Ojalá vuelvan pronto las rondas de cerveza y sino...desde Argentina levanto mi vaso y brindo por tus sueños!!!

Julia.-

Gonza dijo...

Si, supongo que son algunos vicios que no puedo sacudirme aun. De tanto escuchar algunas canciones, hay palabras que se vuelven tan mías que me salen solas, y después me doy cuenta que estoy plagiando.
Ojalá algún día, sin darme cuenta, me salgan las palabras que algún día soñé escribir.
Entre tanto, me arrastro en estos balbuceos.
Y si Lau, viva la revolución!.
Salud