miércoles, mayo 31, 2006

Fotos en Movimiento (Historias Mínimas I)



Él vende diarios en Paraná, casi a 1 cuadra de Panamericana. Como todo canillita, espera a que corte el semáforo, baja a la calle y grita con fuerza su pregón.
Hoy estaba allí parado, como todas las mañanas, con su gorra desgastada, su camperita deportiva, y el buen humor cotidiano, ese que vence al frío y a la lluvia. Hoy pasó Ella, con su canastita y su andar presuroso. Ella lo miró, y lo saludó y él cortesmente la miró, y le devolvió el saludo. Él le preguntó qué vendía, qué es lo que llevaba en la canasta, y ella abriendo la boca grande y sonriendo, le dijo, simplemente, “pastelitos”. El se sonrió también, un poco por nervios y un poco para devolver el gesto. Y entonces, súbitamente, al corte del semáforo, cambió su pregón habitual, y gritó a voz en cuello “¡Pastelitos, pastelitos!”.
Ella bajó la mirada, meneando la cabeza, pero con una risita ahogada entre los dientes. Y lo volvió a mirar. Se dijeron algo por lo bajo, que no alcancé a escuchar, porque apuré el paso. Se me hacía tarde.
Seguí caminando, y sin volver la vista atrás, me descubrí sonriendo.
Seguramente ella se despidió, con la excusa de continuar con el quehacer de cada día, de golpear puerta por puerta, y entrar gentilmente en los negocios para ofrecer sus productos. Y él, la saludó nuevamente, y continuó con lo suyo, entre Clarines y Naciones.
Seguro que mientras se aleja, ella sigue sonriendo.
Él piensa que quizás mañana, si la vuelve a encontrar, le compre un pastelito.

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