lunes, octubre 09, 2006

Elegía


Sólo para entendidos. Pero por allí, el jardín del lugar donde trabajo, corrían libremente dos faisanes. Vaya a saber uno para qué los trajo el dueño del lugar. Seguramente no sospechó un destino tan desgraciado. O por lo menos no sospechó que el final llegaría tan pronto, tan abruptamente. Pero sí. Un día nos desayunamos con que faltaba uno de ellos. Al poco tiempo, desapareció el que restaba.
Y como nos dolió tan cruel destino. Destino por cierto largamente anunciado, aquí un sencillo homenaje.
Un amigo me inspiró a escribir estas palabras. Que ya son de todos...


Oh dichosos faisanes,
que mi vista endiosaban,
cuando el tedio y el sopor se volvían un agobio
ya bien entrada la tarde.
Por qué brumoso camino andarán sus almas cansadas,
qué viejos puertos buscarán ya sus barcos marchitos,
por donde arrastrarán el paso cancino,
la vista anhelante, el pico presto al graznido,

su palacio de valles verdes, efímero paraíso,
fortaleza cercada por oscuros tormentos,
la muerte expectante, en cada vuelta de esquina.
Vuelan plumas de otros tiempos, corren veloces en el viento,
plumas del ayer, plumas que respiran otras voces,
ecos de otros sueños más futuros,
ilusiones de mundos mejores, sin felinas acechanzas,
con montañas de semillas y sembradíos de girasoles.
Un mundo de faisanes...

Hoy nuestras almas tienen huecos,
por donde respira la memoria.
Se han ido en silencio, y en breve intervalo,
oh dichosos Faisanes, que nuestro mundo colorearon,
apenas por unos días fugaces.
Hoy la tarde se viste de sombras,
por un presagio largamente anunciado,
y la ausencia de la ausencia.

1 comentario:

Blog de alma dijo...

Faisanes que recuerdan que no hay tiempo que perder...
;)